En las entrañas de Motul, un pueblo yucateco donde el tiempo parece detenerse entre los ecos de la historia, nacieron los huevos motuleños de la casualidad más afortunada.
En un día soleado, el gobernador Carrillo Puerto, con la hospitalidad que caracteriza al alma de Yucatán, improvisó un banquete para personajes de renombre como Vasconcelos y Rivera. Entre el aroma de frijoles y la frescura del tomate, emergió un platillo sin precedentes: huevos sobre tortilla bañados en salsa, adornados con jamón y chícharos.
Vasconcelos, intrigado por aquel despliegue culinario, indagó su nombre, a lo que Puerto, con un gesto de orgullo, respondió: “Estos son auténticos huevos motuleños”.
Hoy, la receta viaja más allá de Motul, conquistando paladares de todo México y cruzando mares hasta Costa Rica, manteniendo viva la esencia de aquella improvisación que se transformó en tradición.